Las superficies ricamente estratificadas de estas vasijas de gres parecen similares, pero fueron fabricadas de forma diferente. El florero cilíndrico es un ejemplo de cerámica Iga, una virtuosa tradición cerámica japonesa que requiere numerosas cocciones de varios días a alta temperatura. La ceniza del aire en los hornos de leña se deposita en la arcilla sin esmaltar, creando una superficie abigarrada. Inspirado por las texturas de la cerámica japonesa, Adam Silverman experimentó para conseguir efectos similares con los recursos de que disponía. Mediante la aplicación de dos engobes de arcilla líquida, varió la composición de la superficie de su vasija. Luego, como el horno que utilizaba funcionaba con gas propano, colocó la vasija sobre un lecho de ceniza y sopló más ceniza al interior del horno durante la cocción, produciendo los colores, crepitaciones y goteos deseados.