El cine nació en París en una época en la que ya había en Francia lo que llamamos métissage, que no es exactamente una mezcla de razas. Es la mezcla de culturas, los encuentros de diferentes personas que vienen de distintos lugares, y el hecho de que Francia era un país colonial en aquella época, por lo que muchos franceses iban a China, iban al continente africano, iban a todas partes del imperio colonial. A mí, como artista, como actriz y directora, me importa mostrar al público que este legado existe, que tenemos esta historia en común y, más que de historia, es una cuestión de cultura, de lo que hacemos con la historia como cultura, como lenguaje común. Así que me importa que, incluso en los puestos de poder de la industria, la gente tenga acceso al conocimiento de que el métissage, la mezcla de nuestras culturas, ha estado presente desde hace mucho tiempo, desde que se creó el cine. Creo que tenemos que hacerlo, especialmente para los más jóvenes, para la generación más joven, para que puedan ver historias que muestren quiénes son en cuanto a la historia, por supuesto, pero también en cuanto a quiénes somos en conjunto actualmente, como nación, como pueblo.
Me anima saber que en Francia ha habido una presencia de gente extranjera durante mucho tiempo, y ya no somos extranjeros. Somos parte de la sociedad francesa. Sin duda alguna. Esta sensación de legitimidad es muy importante, ya que nos da la fuerza para seguir adelante y tomar lo que nos corresponde.