En lugar de centrarse en la brillante burguesía, el pintor español Fernand Pelez dirigió su atención hacia los empobrecidos y oprimidos. Representando el tipo de escena que también se encuentra en las novelas naturalistas como L'assommoir de Émile Zola de 1887, Pelez sitúa a una madre y a sus hijos indigentes y sin vivienda frente a anuncios andrajosos de los placeres del París moderno. Este marcado contraste pone en entredicho los relatos sencillos de prosperidad y progreso y pide a los espectadores que consideren las experiencias desiguales de la vida moderna.