Mary Cassatt representa con maestría un momento de espectáculo moderno en la Comédie-Française, uno de los teatros nacionales de Francia. En el siglo XIX, la iluminación artificial y las narrativas teatrales modernas no solo cultivaron audiencias colectivas de pago, sino que también las prepararon para ser tanto observadores como observados. La cuidadosamente trazada composición de Cassatt negocia entre lo cercano y lo lejano e incluye deliberadamente al espectador para completar la narrativa, como lo harían las películas más tarde.