La Gare Saint-Lazare fue un tema óptimo para Claude Monet. En los cuadros de esta céntrica estación de tren, pudo retratar el ajetreado movimiento de la gente, los logros tecnológicos de los viajes en tren y las cambiantes condiciones atmosféricas. Las composiciones de Monet ponen de relieve la rígida geometría del gran cobertizo de vidrio y acero, la lejana arquitectura metropolitana, los trenes e incluso la gente, y muestran cómo todos estos elementos se veían afectados por las variaciones de la luz en diferentes momentos del día.