Muchos de los primeros innovadores del cine se esforzaron por reproducir el color natural en la película y en la impresión. Antes de que el proceso de separación del color utilizado hoy en día se hiciera viable a gran escala, los cineastas recurrían a métodos aditivos. El teintage (tintado) y el virage (tonificación) consistían en sumergir las copias de la película en baños de tinte o productos químicos. Para obtener efectos cromáticos más localizados y precisos, los tintes se aplicaban a mano en cada fotograma, a menudo por mujeres que se especializaban en este delicado arte y, a partir de 1903, en el coloreado con plantillas.