En coreano, la palabra “geum” significa tanto “grieta” como “oro”. En esta escultura monumental, Yeesookyung retoma poéticamente este homónimo, utilizando el preciado metal para ensamblar fragmentos desechados de piezas de celadón con incrustaciones reproducidas. Su fascinación por los fragmentos surgió cuando vio a un maestro alfarero coreano destruir obras que consideraba imperfectas. Desde entonces, ella ha reutilizado los desechos de cerámica, y considera que sus construcciones con costuras de oro son una “glorificación de la fatídica debilidad del ser”. Su obra evoca involuntariamente el kintsugi, el reverencial arte japonés de reparar cerámicas rotas con laca y oro. Como demuestran estas vasijas coreanas, exquisitamente restauradas, esta práctica centenaria abraza maravillosamente la evidencia del daño.