El busto de marfil blanco puro de Cristo está ornamentado con piedras preciosas y coloridas que han sido admiradas desde la antigüedad. El lapislázuli de color intenso que se usó en la banda circular que adorna el cuello del busto se ha extraído históricamente de Afganistán, como deja en evidencia el sello neoasirio. En el arte cristiano, esta piedra se asociaba a la Virgen María y, por lo tanto, se la considera adecuada para adornar a su hijo. Las asociaciones divinas e imperiales de la piedra rojo púrpura que se usó en la túnica de Cristo data de la antigüedad, como lo demuestra la escultura fragmentada que probablemente representa al dios grecoegipcio Serapis.