Las cinco direcciones: La laca a través de Asia Oriental

Las cinco direcciones —norte, sur, este, oeste y centro— han guiado durante mucho tiempo a los viajeros que cruzaban los estrechos de Asia Oriental llevando consigo tanto bienes como ideas. Durante siglos, la laca fue una de las principales fuerzas que impulsaban este intercambio interregional. Siendo la savia de un genoma del árbol de la laca (Toxicodendron vernicifluum), este líquido lechoso y viscoso se cura hasta obtener una superficie brillante y ligera como una pluma, de extraordinaria resistencia.

La laca circuló entre China, Japón, Corea y el reino de Ryūkyū (la actual Okinawa) incluso en tiempos de relativo aislamiento. Entre ellos, el reino de Ryūkyū (1429–1879) sirvió de eje y nexo. Sus relaciones favorables con los estados vecinos facilitaron un comercio casi ininterrumpido de laca, que fluyó en las cinco direcciones -sus técnicas y sus artesanos, así como los artículos de laca y la materia prima-, abriendo bulliciosas rutas comerciales marítimas conocidas como la “Ruta de la Seda del Mar”.
La laca penetró en el continente a través del comercio, el tributo y el tesoro. Alimentó las animadas economías comerciales, ayudó a configurar las relaciones diplomáticas como tributo entre regímenes y fue atesorada en el ámbito nacional como emblema de los logros culturales y artísticos.

No hay una sola ruta correcta para recorrer esta galería, al igual que no hay un único curso de desarrollo para el arte de la laca. Circunnavegando estas islas de conexiones, que rebotan en las cinco direcciones, cada centro de producción de laca emerge como un centro por su cuenta.
Al emprender su propio camino para trazar los viajes multidireccionales de la laca a través del tiempo y el espacio, primero hay que darse la vuelta y caminar hacia el centro de la galería.