La cultura del té alcanzó auténtica vigencia en Japón a partir del siglo XII. Los tazones de té tenmoku, importados de China, eran especialmente apreciados. También se coleccionaban con gran celo los soportes para tazas de laca, que aprovechaban las cualidades táctiles del material.

La forma cuadrípeta de este soporte para tazas se repite en obras adyacentes. De hecho, se remonta a la metalistería, que aquí se muestra imitada tanto en cerámica como en laca. Esta versión japonesa de una forma china anterior utiliza una decoración idiosincrásica de pan de oro, que la hace inherentemente propia.