Photo of San Agustin tomb & similar sculptures in situ. photo © Museum Associates/LACMA, by Julia Burtenshaw

Este ser, con feroces colmillos y ojos saltones, vigilaba la entrada de una tumba megalítica en el sur de Colombia, en un sitio conocido como San Agustín. En San Agustín se conservan más de cuatrocientas esculturas de piedra; la mayoría son mucho más grandes que ésta, ya que miden hasta siete metros de altura. Su escultura, transporte y colocación final fue una enorme hazaña de ingeniería. La mayoría de las esculturas de San Agustín son seres híbridos, que sugieren una fluidez entre los seres humanos y animales. Las plantas psicoactivas, como el yopo, formaban parte de estas prácticas de transformación, como indican las pupilas dilatadas de esta estatua. 
  
Estas tumbas y sus guardianes pueden haber honrado, en nombre de toda la comunidad, a quienes manejaban la relación con las fuerzas sobrenaturales, un papel de alto estatus que no parece haber venido con privilegios materiales, al menos no en esta vida.

Photo of San Agustin tomb & similar sculptures in situ. photo © Museum Associates/LACMA, by Julia Burtenshaw