Anni Albers concibió los tejidos gráficos que comenzó a crear a fines de la década de 1940 como obras de arte autónomas. Destinados a ser exhibidas en museos y galerías, anticipan un renacimiento en las obras de fibra de estudio que aspiraban alcanzar el estatus de arte contemporáneo. Como se puede observar en Casamiento (1964) de Sheila Hicks y en Tapestry (Tapiz, 1964) de Ed Rossbach, el rol que cumplió la retícula en estos tejidos no fue meramente estructural, sino que formaba parte integral del diseño, afecto y significado de la obra. En la teoría moderna, el tropo de la retícula garantiza la autonomía y autorreferencialidad del arte abstracto. A pesar de haber sido omnipresente en la pintura abstracta a lo largo de la primera mitad del siglo XX, para la década de 1970 la retícula ya había sido fuertemente criticada. Los pintores de muchas tendencias estéticas diferentes, como Alan Shields, Harmony Hammond y François Rouan, cuestionaron su supuesto hermetismo mediante el uso de textiles, hasta formas de abstracción que surgían de las realidades cotidianas de lo vivido.

Otros, como Rossbach, Yayoi Kusama y Regina Pilawuk Wilson, encontraron una genealogía y un modelo diferentes en el anudado en red, una forma orgánica muy presente en la naturaleza y en las culturas vernáculas en todo el mundo. Como recurso formal y también como significante, esta estructura rizomática fue una alternativa fructífera, libre de la lógica reductiva y las restricciones de la retícula.

En la década de 1990, el auge de las tecnologías digitales revivió la abstracción, aunque esta vez en términos insistentemente contemporáneos. Las deudas de la computadora moderna con la tecnología de tarjetas perforadas del telar de Jacquard del siglo XVIII son ampliamente reconocidas. Sin embargo, se le ha otorgado menos reconocimiento al surgimiento de modos de abstracción impulsados por la computación algorítmica, ya sean los sellos electrónicos presentes en la serie epónima de Jack Whitten o los influyentes microchips proclamados en tejidos de Marilou Schultz y Analia Saban.