Mucho antes del advenimiento de la producción industrial con telares a mediados del siglo XIX, los sistemas de notación se volvieron herramientas esenciales en la estandarización y transmisión de patrones textiles. En la década de 1920, Mary Meigs Atwater estimuló el renacimiento del tejido manual en los Estados Unidos cuando publicó compilaciones de tejidos estadounidenses históricos que habían sido olvidados. Los manuales de Atwater fueron invaluables para las artesanas aficionadas que buscaban crear artefactos utilitarios, ya fuera para tener un ingreso suplementario o un pasatiempo creativo. En Grey Scale I and II (Escala gris I y II), Polly Apfelbaum rinde tributo a ese abundante legado. Al copiar los diagramas reticulados en su yardaje de terciopelo barato, surgieron patrones decorativos de acentos irregulares en tonos oscuros y claros. Debido a las historias de clase y oficio que respaldan sus notaciones de borrador apropiadas, sigue las convenciones domésticas y las exhibe de manera informal en ganchos.