En Leisure Work III (Trabajo de ocio III), Lisa Oppenheim explora temáticas laborales inherentes a la producción de tejidos históricos. Antaño una valiosa pieza de lujo, el encaje era confeccionado por mujeres de la aristocracia para quienes era tan solo un refinamiento, una tarea en la que ocupar sus horas de ocio. O bien, confeccionado por religiosas en conventos o por artesanas domésticas a quienes se les pagaba muy poco por cada pieza. A mediados del siglo XIX, cuando la producción en cadena y la estandarización resultaron en la pérdida de calidad, valor y prestigio, surgió un mercado para el encaje antiguo hecho a mano. Priorizando el pedigrí del diseño y la técnica, expertos y comerciantes aplicaron fragmentos poco comunes a compuestos sintéticos.