En su campaña por la evangelización de la Nueva España, los frailes mendicantes colocaban cruces de piedra en los atrios de sus nuevos monasterios para simbolizar la centralidad de Cristo. Esta cruz está adornada con el rostro de Cristo en su centro y con símbolos de la Pasión a lo largo de sus brazos. El papel central de Cristo y de la cruz evoca el axis mundi mesoamericano, y los artistas nahuas compararon a Cristo con las deidades solares que presidían las épocas anteriores.