En 1410 se completó finalmente la monumental tarea de traducir el canon budista tibetano al chino, encargada por el emperador Yongle. Este par de portadas habría intercalado uno de los 108 volúmenes. Las portadas ejemplifican la delicadeza de la técnica de lacado incisivo y dorado (qiangjin) de los talleres de lacado de la corte de principios de los Ming; también es evidente en la caja de sellos de su izquierda.

Este folio forma parte de un manuscrito más largo, un texto sagrado budista (kammavaca). Utiliza oro, plata, cinabrio y laca sobre hoja de palma para lograr detalles increíblemente delicados, con letras en laca en relieve. La laca (laccol), originaria de la región, se extrae de un genoma de árboles de laca diferente al que aparece en la mayoría de las obras expuestas (urushiol).

Estos platos en forma de crisantemo ilustran cómo los lenguajes y las técnicas visuales trascendieron las demarcaciones temporales y geográficas, a través de la laca. La pequeña bandeja de la izquierda, decorada con cuatro leones que rodean un redondel (posiblemente indicando los puntos cardinales), se produjo en China durante el siglo XV o XVI. La bandeja con pie de la derecha es de origen ryūkyu, y se fabricó aproximadamente dos siglos después. De repente, los leones se sustituyen por el kirin, un animal mítico auspicioso asociado a la quinta dirección cardinal: el centro.

Este mapa aéreo fue producido en Japón, pero representa la Gran Dinastía Ming unos treinta y siete años después de la caída de la dinastía china. Unas brillantes líneas bermellón trazan las bulliciosas rutas comerciales marítimas que conectan China, Japón y el reino de Ryūkyū.

Obsérvese la orientación norte–sur–este–oeste de este mapa, a diferencia del que aparece en el cargador de porcelana, que estaba pensado para ser visto en la ronda. Japón —en el centro— está bordeado de países reales e imaginarios, desde Corea y Ryūkyū hasta el “País de las Mujeres” y “Liliput”.